martes, 2 de septiembre de 2008


Susana Larios Murillo.
Oídos que no escuchan, corazón que no siente.
UAEMéx
Análisis y Reflexión Social
2 Septiembre 08

Todos los días me levanto muy temprano para ir a la escuela, ayer no fue la excepción, seguí mi rutina al pie de la letra, a las siete en punto, ya estaba en la escuela. Tomé mis clases, conversé con algunos compañeros, saque unas copias, acto seguido, me dispuse ir a mi casa para continuar con la rutina diaria. 

Abordé el autobús en el sitio de siempre, todo pintaba para que ese día fuera como cualquier otro; me baje del camión y caminé la misma ruta de todos los días, iba absorta con la música de mi celular (que por cierto mi papá acababa de comprarme) seguí caminando. Unos minutos más tarde y como si fuera una pesadilla dos tipos ponían una pistola en mi espalda y me tocaban como buscando algo, un teléfono celular, el pánico se apodero de mi y no supe que hacer; las voces resonaban en mis oídos: “¡Saca el teléfono! ¡Camina derecho y si volteas, te mato!”. 

Por supuesto seguí la orden al pie de la letra, me dispuse a caminar hacia mi casa, que estaba muy cerca del lugar del altercado, nada pasaba por mi mente, en cuanto llegué no pude más y un llanto de terror y frustración se apodero de mi, palidecí, nada parecía claro. Después de eso,  salir a la calle sola me llenaba de miedo, caminaba pensando en que en cualquier lado había alguien observándome, esperándome.

Después de que vives una situación así te da miedo salir a la calle, tomas todas las precauciones y eso que fue un asalto, pero, ¿Qué pasara por la mente de una persona que ha sido secuestrada y después liberada?, ¿Cómo se enfrentara a la vida?, ¿Cómo recorrerá las calles?, ¿Cómo se relacionará con las personas a su alrededor?  y ¿ Cómo será la vida en cautiverio?, ¿Cómo será pensar que quizás mañana no despiertes?

Sin duda la delincuencia en cualquiera de sus “modalidades” lacera a la sociedad, lees el periódico, ves la tele, escuchas el radio y todas las noticias giran entorno a la delincuencia y a los altos índices que genera, pero ¿Qué hacemos como sociedad civil?. A mi entender, las marchas como las que se dieron el sábado (30 Agosto 08) en distintas partes del país son una buena forma de hacernos escuchar, pero sucede que muchas veces los objetivos se desvirtúan y tanto los medios de comunicación como los políticos toman partido  de dicha situación. 

Los grandes consorcios como Televisa y TV Azteca se legitiman dando cobertura al evento y expresando su “indignación” por la lamentable situación, y los políticos se echan la culpa unos a otros  –“es culpa del Azul; no que fue el rojo, desde que el amarillo tomo el poder la situación se agravó“- pero absolutamente nadie ofrece soluciones concretas.

Las principales demandas, que entre 80 y 200 mil personas vociferaban en la marcha “QUE ILUMINÓ A MÉXICO”, iban desde la exigencia de la pena de muerte y la ya  famosa consigna de Alejandro Martí: ¡si no pueden. Renuncien!. Mientras Javier González Garza, presidente de la Junta de Coordinación Política advierte que el problema es de fondo, que no basta con aumentar las penas, sino se tratan problemas como la polarización económica, la falta de empleos y la educación. 

Por otra parte en su columna “El Despertar” del domingo (LA JORNADA, 31/08/08) José Agustín Ortiz Pinchetti dice tajante, “¿Cuál es la raíz profunda? Una sociedad decadente dominada por una oligarquía, donde las instituciones se están resquebrajando… la crisis económica se vincula a la inseguridad. La solución no está en más policías, más ejercito y penas brutales. Es necesaria una reforma del Estado. Un cambio drástico en la política económica: volver a crecer y empezar a repartir”.  



Razones que desde luego las cúpulas de poder no entienden y mucho menos, los pirruris, en palabras de Juanito Acosta Rafael, que marcharon para “ILUMINAR A MÉXICO”.  

Y claro que el descontento es generalizado, pero no hay que olvidar que el inicio de esta movilización fue el “fenómeno mediático” del secuestro y asesinato del Joven Fernando “Martí” y el ahora muy sonado caso de Silvia “Vargas”, casos que no dudo son dolorosos para sus familias y para la sociedad en general, pero hay cientos de injusticias en nuestro país igualmente dolorosas, que no son tomadas en cuenta para organizar una marcha de tal magnitud, sólo porque las personas que las sufren no tienen apellidos “rimbombantes”,  porque no son hijos de empresarios o porque a Andrea Legarreta no le da la gana llorar en su programa por esas causas, o simplemente no se ve en esos casos material para aumentar el raiting del noticiero nocturno. 
 
Y aunque el objetivo sea que nos escuche, nada pasará si el poder está en manos de gente sorda, que no ve más allá de sus propias narices, si para ellos es más importante “vender Pemex”, que garantizar los derechos básicos a los ciudadanos. Desafortunadamente así es la “justicia” en México.



*Información básica : LA JORNADA. Domingo 31 de agosto de 2008.                    
Imagen: informador.com.mx